Mantener niveles estables de ORP también juega un papel especial en la correcta funcionalidad de nuestros cuerpos, ya que el metabolismo depende de un mecanismo preciso de sistemas redox interrelacionados. En las últimas décadas, ha habido una creciente preocupación por el uso de antioxidantes para lograr una mejor calidad de vida. Un ejemplo de esto es el agua que exhibe una naturaleza menos oxidante que la del agua del grifo normal. La demanda de esta agua especializada ha crecido en los últimos años para su uso en bebidas, alimentos, baños, fluidos corporales artificiales, cosméticos, productos para el cuidado de la piel y otros fines [4].
Medición sencilla de valores de ORP en aplicaciones de la vida real
1 may. 2023
Artículo
El potencial de oxidación-reducción (ORP), también conocido como potencial redox, afecta muchas de nuestras rutinas diarias, como simplemente abrir el grifo de un grifo. ORP (expresado en milivoltios, mV) es una medida de la tendencia de una especie química a adquirir electrones (o perder electrones) de un electrodo y, por lo tanto, reducirse u oxidarse, respectivamente [1]. Este parámetro se puede utilizar para predecir los estados de especies químicas en varias matrices de muestra, monitorear la calidad del agua, controlar los procesos de fermentación y optimizar el tratamiento de aguas residuales para evitar la liberación de concentraciones de sustancias más altas que las permitidas por los límites reglamentarios. La medición de los valores de ORP es una operación continua en muchos sectores industriales que requieren la mejora de la instrumentación actualmente disponible para facilitar sus procesos.
Importancia del ORP en el ámbito de la cloración del agua
Una emergencia de salud pública surgió en 1854 cuando más de 600 personas murieron en un mes como consecuencia de un brote de cólera en un área de apenas medio kilómetro de diámetro en Londres. John Snow, un médico inglés, habló con los residentes locales y creó un mapa que ilustra los casos de cólera en el área. Identificó la fuente del brote como la bomba de agua pública que abastecía de agua potable de un pozo contaminado con excrementos. Al quitar el mango de la bomba, se evitó que el pozo contaminado siguiera usándose y se puso fin al brote. Debido a su investigación, John Snow se convirtió en uno de los fundadores de la epidemiología moderna y, como resultado, la importancia del tratamiento del agua para el consumo humano comenzó a crecer.
La calidad del agua potable es claramente un problema crítico de salud pública. Si no se puede confiar en la calidad del agua de los pozos y fuentes públicos, ¿cómo es posible ofrecer agua potable libre de gérmenes a miles (o millones) de personas en las ciudades? Por otro lado, ¿qué pasa con las áreas rurales o silvestres donde el agua limpia no siempre es fácilmente accesible? La respuesta a estas preguntas está en el proceso de tratamiento del agua por cloración.
En su forma elemental, el cloro (Cl2) es un gas tóxico. Cuando se agrega al agua, Cl2 provoca alteraciones en las paredes de las células bacterianas, destruyendo las proteínas y el ADN que contiene. Este es el mecanismo por el cual el cloro mata a los microorganismos: afecta sus funciones vitales hasta que mueren, haciéndolos incapaces de propagar enfermedades. Al agregar cloro para desinfectar los sistemas de agua municipales, se minimiza el riesgo de contraer cólera contagioso, tifus, disentería y polio.
La cloración del agua se puede hacer usando gas de cloro elemental, aunque es mucho más seguro usar hipoclorito de sodio líquido o hipoclorito de calcio sólido. Estos compuestos cloran el agua generando «cloro libre» residual que ataca a los gérmenes causantes de enfermedades y hace que el proceso de desinfección con cloro sea más versátil y fácil de usar.
Quizás se pregunte, dado que el cloro es un elemento tóxico, ¿existe algún método para controlar cuánto se agrega al agua? La medición del potencial de oxidación-reducción (ORP) ofrece una solución fiable a este problema.